Nadie
dijo que esto fuese fácil, que sería un camino de rosas sin dolor, que la
recuperación seria de dos semanas…
El
dolor está ahí, la lucha contra la apatía está ahí, la pereza y el desanimo por
el estancamiento son rivales duros de vencer cuando ya no recuerda tu mente lo
bello que es el dolor por tratar de vencer una cuesta, una cima, una meta.
No
saber cómo vas a levantarte para poder entrenar o no, o si no vas a poder por
culpa de la contractura lumbar que ya arrastras desde hace semanas… la lucha
contra el sueño que reclama no sufrir el dolor de andar y permanecer horas y
horas en la cama…
Días como
el pasado 6 me hacen sentir vivo, que quiero y debo volver, que mi sitio está
entre las montañas, devorando kilómetros y desniveles, recuperando la alegría y
el disfrutar de las bajadas… ser libre en la naturaleza.
Días
como el 7, donde casi no podía moverme, me hacen regresar de aquello que parece
un sueño de un pasado tan lejano… a veces tan irreal… que dudo que pasase…
Así
pues toca vencer con la mente, y que esta sea quien ordene al cuerpo y no al revés,
que hay que salir del pozo; queda mucho por hacer, muchos sueños que lograr, y
sobretodo y por encima de todo… una promesa que cumplir…
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